Cuando consientes que te salga una oveja negra.

Cuando consientes que te salga una oveja negra.


Lo de Cataluña me podría dar mucho de lo que hablar, pero intentaré no extenderme demasiado , ser sensato, imparcial dentro de la coherencia y preciso. La verdad, por los medios tradicionales y legales, no veo una solución para el problema actual de Cataluña, al menos a corto plazo. Y cuando hablo a corto plazo me refiero a años, tal vez décadas. Tal vez nunca. Esto es un problema generacional, tanto la raíz como la solución.

Y para ser sincero, me da mucha pena. Pena por las familias que antes se querían, afrontaban las desavenencias juntos y ahora están desquebrajadas. Pena por los amigos que antes se apoyaban y ahora son enemigos. Pena por lo que ven y se le transmite a los más pequeños. Pena por la falta de sentido común del ser humano. Pena por la violencia vivida en las calles. Pena por el odio y el rencor que algunos guardarán eternamente. Pena por los que se han dejado engatusar por las cínicas palabras de cuatro politicuchos. Pena por muchas más cosas…

¿Cómo se ha llegado hasta aquí? La verdad puede tener muchas caras. Depende de quién te la cuente y cómo la quieran interpretar, y yo, no tengo el poder de la verdad. Pero intentaré aproximarme a ella y contar lo que, según a mi entender, es una de las mayores causas de este desastre. No retrocederé demasiado en el tiempo, solo unas tres o cuatro décadas, cuando Cataluña era una comunidad potente y ejemplar. En aquel entonces, por la cabeza de un tal Pujol ya rondaba el rocambolesco plan nacionalista. Y es que, ¿a quién no le gustaría fundar su propia nación para satisfacer el ego más oscuro que habita en cada uno de nosotros?

¡Dame pan y dime tonto! Pensarían mutuamente desde Madrid y Cataluña. La comunidad, por pagar y presionar para que no se entrometiesen en sus asuntos y seguir con sus ambiciosos proyectos. Y el gobierno, por conceder mayor autonomía en competencias tan importantes, entre otras, como la educación y seguridad con tal de contentar y recibir impuestos sin rechistar de una de las comunidades más ricas. Es así, pasando desapercibidos por un lado y haciendo la vista gorda por el otro, como pasan los años mientras el minucioso plan paciente y demoledor de Pujol avanza sin mesura. Como si de un pastor se tratase, fue rodeándose de un pintoresco y extenso ganado de lobos con piel de cordero a los cuales inculcó una marcada doctrina. Primero nacionalista, después independentista, y por último y lo más triste de todo, quiero creer que sin querer y que en algún momento se le fue de las manos, anti-España. ¡El plan, después de tantos años, por fin había salido a la perfección! Ahora, en la actualidad, dispone de una manada de borregos descabezados incapaces de pensar por ellos mismos algo que no sea distinto a la palabra independencia.

Uno de los momentos clave de la situación actual, fue saliendo de una de las mayores crisis económicas registradas de nuestro país y del mundo, entre los años dos mil doce y catorce, cuando se empezaron a escuchar con fuerza campanas de independencia. Es en este momento cuando, intentando camuflar los escándalos de corrupción catalanes y aprovechando que el país pasaba por una situación de debilidad y de hartura por parte de la sociedad, el gobierno catalán de Artur Mas, astutamente, como una hiena rabiosa, vio la oportunidad de rematar a su presa. Tras la negativa del gobierno español ante un referéndum de autodeterminación, propuso una consulta popular no vinculante sobre el futuro político de Cataluña. Nadie les hizo caso. Pensaron que era una rabieta y que se les pasaría. Nadie pensó que llegarían tan lejos. Reconozco que, más vale intentar prevenir que curar y, si la propuesta hubiese sido atendida y tratada de otro modo por el gobierno español de aquel entonces, tal vez, otro gallo cantaría. O tal vez, seguiría cantando el mismo gallo, pues si algo han demostrado los independentistas es que son tercos como mulas y no están dispuestos a dialogar sin saltarse la ley.

Yo he sido medio oveja negra en algunos momentos de mi vida, y sino, que le pregunten a mi sufrida madre. Y en cierta medida estoy a favor de las ovejas negras, aportan rebeldía, carácter, personalidad y otro punto de vista, a veces, difícil de comprender, pero necesario en su justa medida para progresar. Desde mi humilde opinión, esta oveja ha llegado demasiado lejos. No le ha bastado con tensar la cuerda todo lo que la legalidad permite, sino que, además, en un alarde de imbécil valentía, se ha saltado la obsoleta y escueta constitución que rige nuestra democracia y, por lo tanto, la ley. Lo sé, ni es una constitución acorde a la época que vivimos, ni poseemos la mejor democracia del mundo, pero es la que tenemos y, nos guste o no, todos jugamos con sus reglas. No la estoy defendiendo, basta con leerla para ver que se cometen muchas injusticias y que los primeros en saltársela por el forro son los políticos. Para mí, es un simple libro con unas reglas, pero en toda sociedad hay que tenerlas, sino estaríamos regidos por el caos. Es cierto que no hay un artículo específico que hable de referéndum de autodeterminación porque, como repito, es una constitución obsoleta y escueta, pero que no esté reflejado en la constitución no quiere decir que sea legítimo. No obstante, el artículo 2 lo deja bien claro:

“La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las naciones y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”

Indisoluble e indivisible, a mi buen entender significa que cualquiera que pretenda disolver o dividir la unidad de España, va en contra de la constitución y, por lo tanto, repito, de la ley. Para los que se excusan en la contradictoria idea de la plurinacionalidad, a mi entender, ¿qué es la plurinacionalidad partiendo como base de que uno de los primeros artículos dice que la constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de España? Efectivamente, se refiere a las autonomías, al autogobierno y a las competencias que poseen. Pequeñas “naciones” con potestad y derecho a autogestionarse dentro de un país.

Habrá algunos que mencionen el derecho a la libre determinación de los pueblos, recogido en los Pactos Internacionales de Derechos Humanos del que España es participe, pero seguramente se les olvidará mencionar que la Carta de las Naciones Unidas, de la Declaración de Derechos Humanos dice dos cosas fundamentales sobre esto:

“El derecho a la libre determinación o cualquiera de los principios de la Carta de las Naciones Unidas es incompatible con todo intento encaminado a quebrantar total o parcialmente la unidad nacional y la integridad territorial de un país” y, además, “será legitimado para pueblos sometidos a una subyugación, dominación y explotación (extranjera)”.

Aun así, seguirá habiendo personas que tergiversen palabras y que quieran entender lo que les plazca, para gustos colores. Incluso algunos dirán, y ahora es cuando podemos reírnos todos, que Cataluña sufre dominación y represión. Puestos a debatir, concluiré este repaso de leyes y derechos con el art. 8 de la Constitución Española, también interpretable de muchas formas distintas:

“Las Fuerzas Armadas, constituidas por el ejército de tierra, la armada y el ejército de aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional”.

Queridos amigos y compatriotas catalanes independentistas, se mire como se mire, con las leyes actuales sobre la mano: NO TENÉIS RAZÓN. OS HAN ENGAÑADO. Vuestros enemigos, al igual que los nuestros, no son los ciudadanos españoles, son los políticos ineptos, sean rojos, azules, morados o amarillos. Pero que se puede esperar ejemplificando la persona que os gobierna y dice de los españoles aberraciones tales como esta:

“Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeras, víboras, hienas. Bestias con forma humana que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como la dentadura postiza con verdín, contra todo lo que representa la lengua”. “Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay alguna cosa freudiana en estas bestias. O un pequeño estremecimiento en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos! Viven en su país del que desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia”.

¿Y todos los españoles debemos pagar el sueldo y los actos irresponsables de este tipejo y de muchos otros? Es lamentable. Si cualquier persona dijese eso, por ejemplo, de un país africano, sería un racista o un nazi. Y es que, por mucho que lo nieguen, el nacionalismo que ellos predican es un eufemismo del fascismo. Dejad de una vez de creer la farsa que os han contado y metido a la fuerza en vuestra dura mollera. No tenéis razón y menos actuando a las bravas. Cualquier persona con un mínimo de sentido común entiende, y además bajo previo aviso que, saltarse la ley, la constitución o cometer un acto ilegal o delictivo, aunque muchas veces no se use para todos la misma vara de medir, tiene consecuencias penales. Y el que no entienda eso, creedme, tiene un grave problema de comprensión mental.

En España, somos unos cuarenta y seis millones de personas, independentistas solo son unos tres millones aproximadamente, es decir, un 6 %. Es una minoría, pero si esto sigue así y no se soluciona, viendo el ruido ensordecedor que hacen y la creciente magnitud del movimiento independentista que, parece ser se está poniendo de moda arrastrando incluso a otras comunidades, llegará el momento en el que, dialogando y con buenos modales e intenciones, el gobierno de turno, le duela a quien le duela, deberá atender a sus necesidades e intentar llegar a algún tipo de acuerdo beneficioso para ambas partes, no solo para una.

Sea como fuere, ya es tarde y necesitamos soluciones urgentes. Yo no tengo una barita mágica para solucionar el problema y dios me libre de tan arduo trabajo, pero si los políticos de nuestro país pensasen como adultos y con sentido común, así a bote pronto, se me ocurren algunas posibles soluciones. Primero, las más inusuales, aunque, ¿por qué no?, totalmente válidas:

– ¿Darles una porción de tierra, por ejemplo, en Gerona y que se vayan todos a vivir allí y comiencen una nueva vida?

– Si no se sienten españoles y no quieren pertenecer a este país, ¿quitadles la nacionalidad y que vivan como emigrantes? Seguro que hay muchos emigrantes que desean ocupar esas plazas vacantes.

– Se me ocurren más, pero no creo que procedan en este momento…

Ahora las que, bajo mi opinión, son las más viables:

– ¿Referéndum para ser independientes de España? Vale, pero que voten todos los españoles. Cataluña forma parte del territorio español, por lo tanto, si alguien quiere salirse del tablero de juego debemos votar todos, no solo unos pocos.

– ¿Referéndum o consulta popular no vinculante solo para los ciudadanos catalanes? De acuerdo, si lo que quieren es el derecho a decidir o expresarse como muchos han confesado, perfecto. Pero cuidado, es posible que solo sea un pretexto para después, sea el resultado que sea, seguir tocando las narices.

– ¿Más medidas austeras, represión, el famoso art. 155, etc? Aunque en caliente son ideas que me seducen para paliar momentáneamente el problema, no soy partidario de ellas. Les daremos la excusa que buscan para, más victimistas que nunca, proclamar a los cuatros vientos que sufren represión y, además, la raíz del problema no se solucionaría al no ser que el artículo 155 se ejecute indefinidamente por los siglos de los siglos. Aun así, debo dejar claro que, si los políticos de esa comunidad no son capaces de sentarse a dialogar, razonar como personas y dejar a un lado la ilegal terquedad; si siguen apoyando, incitando y promoviendo manifestaciones, actos violentos y vandálicos; si siguen promoviendo más odio entre los ciudadanos y, además, se mofan de todos lanzando la piedra y escondiendo luego la mano para después ser unos mártires. ¡Señores! Aquí se acabó la paciencia y la compasión. Y aunque muchos me tachen de lo que sea por estas declaraciones: ¡reíros de la pobre mujer que os trajo al mundo! porque, entonces sí estoy a favor de tomar las medidas que sean necesarias para detener a esa banda de políticos sectarios, cazurros y apestosos que remueven tal pocilga de mierda.

Paz y amor para todos los pueblos del mundo ♥️✌️

Héctor Giménez Tamayo

Héctor Giménez Tamayo

Héctor Giménez Tamayo (27/06/1983). Natural de Alicante (España) y ciudadano del mundo. No está bien que lo diga, pero es la verdad: desde bien pequeño la escuela me aburría.

Una novela de Héctor GT

Un inesperado tropiezo con unos mafiosos y un accidente de tráfico cambiarán la acomodada vida del protagonista. A partir de este suceso, su vida dará un giro de ciento ochenta grados. Ya no volverá a ser el mismo de antes.

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